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Comandos civiles

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Comandos civiles

Bombardeo Plaza de Mayo, uno de los atentados en que comandos civiles prestaron apoyo logístico y colaboración a los efectivos golpistas de la Marina (1955).
Lugar Buenos Aires, Argentina
Blanco Casa Rosada, edificio de la CGT y manifestantes que apoyaban al gobierno
Fecha 16 de junio de 1955
Tipo de ataque Bombardeo y ametrallamiento
Arma Bombas, nafta y objetos contundentes
Perpetrador Marina, sectores antiperonistas

Los Comandos Civiles fueron, en la Argentina de los años '50, grupos armados terroristas de civiles,[1][2]​ organizados clandestinamente, armados y liderados por un jefe, generalmente provenientes de partidos políticos como el radicalismo, socialismo o el conservadorismo, con el fin de colaborar con las Fuerzas Armadas en un golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Los jefes civiles de la subversión, a su vez, respondían a una autoridad superior, en general un militar con conocimientos y recursos materiales y logísticos capaces de promover una conspiración. Se organizaban en grupos de entre diez y veinte personas ligados entre sí, quienes en la mayoría de los casos empleaban identidades falsas o información tabicada, y operaron, especialmente, en las ciudades de Buenos Aires y Córdoba, entre 1954 y 1955, incluyendo el golpe de Estado acaecido el 16 de septiembre de ese año, autodenominado Revolución Libertadora.[3]​ En su mayoría eran pertenecientes a familias de clase media alta porteña.[1][4][5][6]

Varios civiles colaboraron durante el Bombardeo de la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955.[7]​ Este acto fue llevado a cabo por sectores de la Armada ligados a los almirantes Benjamín Gargiulo y Samuel Toranzo Calderón. El ataque tomó por sorpresa[8]​ a unos dos mil militantes civiles que actuaban junto a Eduardo Lonardi y que más tarde sí participaron del golpe de Estado, tras la mediación del cordobés Clemente Villada Achával, cuñado de Lonardi, que viajó a Buenos Aires para reunirse con Septimio Walsh.[9]

Origen

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En general señalan su origen en las conspiraciones golpistas y los actos antiperonistas, como el golpe de Estado de 1951, el atentado en la Plaza de Mayo del 15 de abril de 1953 que asesinó a seis manifestantes peronistas e hirió a otros noventa, y el bombardeo de la Plaza de Mayo de 1955, en el que fueron asesinadas 308 personas oficialmente identificadas y cientos de heridos. Entre las víctimas había 111 militantes sindicales, de los cuales 23 eran mujeres, y seis niños.[10]​ Pero la mayoría de estos casos (exceptuando el atentado de 1953) se trata de operaciones cumplidas en su totalidad por efectivos militares. Más allá de la colaboración en general vinculados a la toma de radios y otros medios de prensa los comandos civiles tomar un rol protagónico durante el golpe de Estado de septiembre y en todos los casos van a destacarse más por la diferencia que por la similitud, además de la ya destacada intención golpista.[11]​ El 16 de junio de 1955 diversos grupos de militares y antiperonistas enrolados en comandos civiles produjeron el bombardeo de Plaza de Mayo asesinando más de 300 personas y dejando heridas a otras 800.

Dependían directamente de miembros de las fuerzas armadas

Pertenecía yo, como dije, a un Comando que dependía del Capitán Palma. Y, en tal condición, recibimos un día cierta orden tremebunda a la vez que absurda. Deberíamos, en efecto, concurrir al domicilio particular de un General de la Nación, cuyo nombre se nos suministraría, tocar el timbre y, cuando apareciera el general, probablemente en camisón, clavarle un cuchillo en la barriga para despacharlo al otro mundo. Aunque contaba yo con apenas veinte años, poseía la madurez suficiente para advertir que aquello era un disparate...Juan Francisco Guevara, Tito para los amigos, era quien tenía en sus manos los hilos de la conspiración, según lo reconocería el general de Artillería Eduardo Lonardi después de triunfar la misma, atribuyéndole el 80 % del éxito.Y, como es natural, Guevara me mandó decir que ni se nos ocurriera cumplir aquella orden demencial, cuando nos pusieran en claro cuál era el general que deberíamos acuchillar
Juan Luis Gallardo.[12]

.[12]​}} Las actividades terroristas de los grupos aumentarían en el año de 1952, empezando el 2 de agosto de 1953 con la plantación de varios artefactos explosivos en el los patios internos de la jefatura de policía de la Provincia de Buenos Aires, luego de ellos una bomba en el Teatro Colón durante una función de gala donde asistía el Presidente de la Nación.

Gran parte de sus participantes poseían experiencia militar siendo entrenados en secreto en la Escuela superior de Guerra en el manejo de armas, vehículos de combate y explosivos. Parte de sus cabecillas habían sido partícipes del intento de golpe de Estado de 1951 y el de 1953 contra el gobierno constitucional.[13]​El presidente Perón ya desde antes de ser electo en las elecciones de 1946, enfrentaba una dura oposición antiperonista que incluyó actos terroristas a partir de abril de 1953, y connatos militares a partir de septiembre de 1951.[14][15][16]

Como lo expresa la investigadora Mónica Inés Bartolucci, "Los ataques personales podían formar parte de los planes, durante el golpe de Estado de septiembre tuvieron un rol centra en ocupar y tomar los medios de comunicación, tomas de radios locales, la destrucción de los sistemas de transmisión o la disminución de la potencia de onda, fue un arma clave. Para lograrlo en la ciudad de Buenos Aires un equipo de técnicos a cargo del diputado radical Carlos Burundarena planificaron, el “silencio de radio” nombre dado a la toma por la fuerza e invasión de medio centenar de radios en plantas como Pacheco, Florida, Ciudadela y Hurlingham entre otras.[17][18]

Yo les tenía pánico a los comandos civiles: No sabía quiénes eran ni cómo se comportarían en combate.
Teniente primero Bravo Moyano.[19]

Entre los actos de violencia cometidos por grupos antiperonistas civiles se destacaron el atentado en la Plaza de Mayo del 15 de abril de 1953.[20]​Tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, el grupo terrorista responsable fue amnistiado por orden del dictador Lonardi . Casi todos pertenecían a familias tradicionales de buena posición económica.[21]

Orígenes partidarios

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El Archivo Nacional de la Memoria clasifica los orígenes de los principales componentes de los comandos:[22]

En 1946 sectores ligados a la Sociedad Rural, la sección local de la UCR en Corrientes y el Partido Liberal de Corrientes planearon un atentado contra su vida, durante la campaña electoral fue frustrado y por ende no pudo bajar en esa ciudad donde un verdadero ‘gentío‘ lo esperaba según las crónicas. En el día 3 de febrero de 1946 en el diario El Laborista de Buenos Aires, se informa lo siguiente sobre el particular: ‘Los opositores políticos al coronel ante la marcha por las calles de Goya se posicionaron los contrarios políticos sobre los techos con armas. Desde un vehículo en el que viajaban los liberales Bernabé Marambio Ballesteros, Gerardo Speroni, Juan Reynoldi y Ovidio Robar, dispararon con armas de fuego a la gente que desde el puerto enterada de la noticia marchaba hacia el centro para repudiar el intento de asesinato.[23]

Otro grupo de civiles, más elitistas, se reunía en un departamento de la Isla de Recoleta. Lo conformaban, Raúl Lamuraglia e hijos, Alberto Benegas Lynch (padre), Claudio Mejía, y otros. Participaron, junto al comando de Viader, de las acciones del 16 de junio de 1955, cuando varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Armada Argentina, bombardearon y ametrallaron con munición aérea de 20 mm, la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, la CGT (Confederación General del Trabajo) y la entonces residencia presidencial, matando a más de 308 personas e hiriendo a más de 700.[24][25][26][27]​ Entre esos grupos predominaron numéricamente los militantes católicos no pertenecientes a ningún partido político.[28]​ En abril de 1955 un grupo comando llevó a cabo la detonación de doce bombas en la céntrica Plaza de Mayo de Buenos Aires y la línea A de subterráneos que corre por debajo de la misma, mientras el entonces presidente Juan Domingo Perón se dirigía a sus seguidores presentes desde la Casa Rosada.

En los primeros meses A mediados del 55 los CC realizan atentados a unidades básicas y locales sindicales. En Buenos Aires produjeron al menos una docena de atentados contra policías de custodia en templos y escuelas, con un saldo de tres policías asesinados

Los terroristas también habían colocado bombas sobre la azotea del edificio del Banco de la Nación, con la intención de que la mampostería se desplomara sobre la multitud apiñada en sus cercanías.[29]

Agosto y septiembre de 1955

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En Buenos Aires, se unificaron en un Comando Civil Revolucionario, liderado por Carlos Burundarena, Renato Bezançon, Darío Hermida, Adolfo Sánchez Zinny, el militar retirado Eduardo García Puló, Francisco P. Olmedo, Raúl Puigbó y Eduardo Rodríguez.[8][30]​ El comando incluyó provisoriamente al hermano Septimio Walsh.[31]​ Este Comando coordinaba sus acciones con el Comando Militar Revolucionario, integrado por los coroneles Ossorio Arana, Señorans, el mayor Guevara, y otros.[32]

En Córdoba, desde mediados de julio y hasta agosto se sucedieron atentados con bombas o incendios: contra seis unidades básicas, la sede de la UES, de la Confederación General Universitaria, y un busto de Eva Perón en Unquillo. En esa provincia actuaron dos grupos de radicales: uno al mando de Yadarola y Rodolfo Amuchástegui, otro comandado por Eduardo Galmond y Santiago del Castillo. Paralelamente los grupos conservadores católicos constituían sus propios grupos de combate que más tarde cobrarían protagonismo en episodios de guerra urbana en la capital provincial. Formados por el legislador cordobés Luis Torres Fotheringham, Tristán Castellano, Guillermo Saravia, Damián Fernández Astrada, Lisardo Novillo Saravia (h.), Fernández Padilla, Guillermo Castellano y Calixto de la Torre. Cada comando nucleaba a diez dirigentes, y cada uno de ellos dirigía a diez militantes.[33]​ Constituían grupos de apoyo formados por civiles, como su nombre lo indica[cita requerida], aunque vinculados con las Fuerzas Armadas por medio de alguno de sus integrantes. Según Isidro Ruiz Moreno:“en Córdoba dos jóvenes sacerdotes acaudillaron el movimiento: Quinto Cargnelutti y Enrique Angelelli, el primero como jefe general y el segundo como encargado de la acción en las fábricas, a los cuales se sumó el padre Eladio Bordagaray liderando grupos en los Colegios Mayores que influían en los universitarios. (…...) Su local central se instaló en el edificio de la Acción Católica y otro en la Iglesia de Cristo Obrero”.[18]​quienes guardaban las armas en la curia cordobesa y en colegios católicos del centro de la ciudad mediterránea[18][34]

Para el 16 de septiembre la UCR había convocado a un acto en la Casa Radical, donde repartieron armas en comités y en parroquias. Los comandos civiles ultracatólicos (llamados “palomas”) convocaron a la acción armada. Previamente negociaron un crédito con la Sociedad Rural para que financie actividades desestabilizadoras, como sabotajes a la red eléctrica, a los cables de la empresa telefónica Entel, disparos a las ruedas de camiones de bomberos y ambulancias, días antes representantes de la UCR y comandos civiles viajaron a Uruguay entrevistándose con Emilio Eduardo Massera, Horacio Mayorga, Oscar Montes, y Osvaldo Cacciatore.[35]​ Entre los integrantes del grupo estaban: Gregorio Ramírez, Roque Carranza, Roberto Astiz, Manuel Teodoro Cearrás, Manuel Rawson Paz y su primo Franklin Dellepiane Rawson, Eduardo Martínez Zemborain, Aníbal Beruti, etc. Las reuniones se llevaban a cabo en la casa de Álvarez Morales, en la oficina de Rodolfo van Gelderen, o en el estudio del doctor Gregorio Topolevsky. Este grupo, que todavía no usaba el nombre de «comando civil», estudiaba las comunicaciones del ejército para intervenirlas en caso de un alzamiento, y tuvo contactos con políticos radicales como Arturo Frondizi. Cuando se incorporó Roque Carranza, comenzaron la fabricación de explosivos.[36]​ A mediados de 1955 el grupo se había nutrido con la presencia de Siro de Martini, Euclides Ventura Cardozo, Alfonso de Laferrére, Martín Michel Torino.[37]

En Alta Córdoba, barrio típico de clase media, mantuvieron escaramuzas ocupando a través de asaltos violentos los edificios públicos, constituyendo un factor de enlace permanente con los militares golpistas. Solo en Córdoba estos comando causaron más de 27 muertos en los tres días previos al 16 de septiembre de 1955, en su mayoría civiles peronistas que protestaban a favor del mantenimiento del orden constitucional. Tras el triunfo del Golpe de Estado, Monseñor Lafitte organizó un Te Deum y una cena en el palacio arzobispal para celebrar la instauración del régimen militar, donde fueron agasajados los jefes de los comandos civiles, quienes obsequiaron a Lafitte utensilios de oro y plata del siglo XVII que habían sido robados del Cabildo de Córdoba durante la toma por parte de los sublevados antiperonistas.[38]

En 2008, Mariano Grondona reconoció públicamente, en su programa de televisión Hora Clave, su participación en el atentado terrorista del 15 de abril de 1953 en Plaza de Mayo que consistió en la detonación de dos bombas mientras se realizaba un acto sindical organizado por la Confederación General del Trabajo (CGT) en la Plaza de Mayo (frente a la Casa de Gobierno). Como resultado murieron seis personas y más de 90 quedaron heridas, entre ellos 19 mutilados.[39]​ De pensamiento antiperonista Grondona también se había reivindicado como parte de los terroristas, al mismo tiempo que reconoció haber formado parte de los comandos Civiles que ayudaron al golpe de Estado de 1955 que llevó al derrocamiento de Juan Domingo Perón y la instauración de las posteriores dictadura de Lonardi y Aramburu.[40][41]

La operación Rosa Negra

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El 16 de septiembre de 1955 a las 00:00 horas el general Eduardo Lonardi sublevó la Escuela de Artillería de Córdoba, dando inicio al golpe de Estado Revolución Libertadora. Ese mismo día a la 1:15 cinco de los comandos asaltaron las principales radios de la Ciudad de Córdoba dejaban fuera de servicio varias radios de la ciudad de Buenos Aires para colaborar con la desestabilización y dificultar la difusión de noticias fehacientes,[42]​ siguiendo la planificación de Carlos Burundarena.[43]

La operación era comandada por Raúl Puigbó, que respondía a Adolfo Sánchez Zinny: estaba compuesto por: Humberto Podetti, Jorge Rodríguez Mancini, Isidoro Lafuente, Pepe Balbín, Pedro Crear, Marco Aurelio Rodríguez, Felipe Solari, Julio E. Álvarez, Enrique Hillegass y cuatro más.[44][45]

En Córdoba

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En la ciudad de Córdoba tuvieron un papel protagónico dirigido por el general Dalmiro Videla Balaguer,[49]​ y muchos grupos quedaban a cargo de un militar de carrera.[18]​ Tras el triunfo del Golpe de Estado, Monseñor Lafitte organizó un Te Deum y una cena en el palacio arzobispal para celebrar la instauración del régimen militar, donde fueron agasajados los jefes de los comandos civiles, quienes obsequiaron a Lafitte utensilios de oro y plata del siglo XVII que habían sido robados del Cabildo de Córdoba durante la toma por parte de los sublevados.[50]

Posterior al Golpe de Estado de 1955

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Uno de sus máximos representantes, Marta Ezcurra, fundadora de la juventud de la Acción Católica en 1931, bajo las órdenes de Aramburu ordena el 23 de diciembre de 1955, la ocupación militar de cada una de las Escuelas Hogar de la Fundación Eva Perón. Son quemadas pilas de frazadas, sábanas, colchones, medicamentos, etc. Convoca para ello, a los miembros de los “comandos civiles” ligados a la Acción Católica Argentina y se ordena el desalojo inmediato de todos los niños y niñas internados en la Clínica de Recuperación. EL día 27 de diciembre se determina la confiscación de todos los muebles de los hospitales, hogares para niños, hogares escuelas y hogares de tránsito, entre ellos el mobiliario muchos muebles terminarían en las casas de los miembros de los comandos civiles.[51]​ A pedido del coronel Ernesto Alfredo Rottger se ordena que sean expulsados a la calle todos los estudiantes de la Ciudad Estudiantil Presidente Juan Perón, tras el triunfó del Golpe de Estado de septiembre de 1955, allí funcionaria el cuartel de los Comandos Civiles.[52]

Por su parte, el Comando de Mar del Plata en su comunicado N.º 7 prohibió la venta de nafta y recomendó a la población ahorrar energía eléctrica. Con posterioridad, en el comunicado N.º 9, advertía que “todo aquel que se oponga a la apertura de los negocios o a la concurrencia de los obreros y empleados a puestos de trabajo, será considerado saboteador y se le aplicará la Ley Marcial”.

Asesinato de Manuel Chávez

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La noche del 22 de septiembre de 1955, menos de una semana después del golpe, un comando militar integrado por marinos y un comando civiles antiperonistas de la UCR irrumpió en la casa del secretario general de ATE y la CGT en la localidad bonaerense de Azul, Manuel Chaves, derribando la puerta. Tras allanar el domicilio el comando civiles formado por miembros del comité de la UCR de Recoleta intento abusar de la esposa de Chaves, bajo la atenta mirada de los marinos quienes no intervinieron, excepto para golpear a Chaves cuando intento defender el honor de su esposa, hasta dejarlo inconsciente. Cometida la violación los civiles radicales procedieron a intentar violar a la pequeña hija de Chaves, Merceditas, de 4 años de edad, pero ante los gritos de la niña que alertó a los vecinos desistieron. Tras el allanamiento mataron de una ráfaga de ametralladora al dirigente sindical delante de su mujer y sus cuatro hijos.[53]

Bibliografía

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  • Isidoro Ruiz Moreno. La revolución del 55. Cuarta edición. Editorial Claridad. Buenos Aires, 2013. ISBN 978-950-620-336-8

Referencias

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  1. a b «Copia archivada». Archivado desde el original el 12 de junio de 2018. Consultado el 24 de febrero de 2018. 
  2. Oscar R. Anzorena (1998). «Sociedad golpista». Tiempo de violencia y utopía: del Golpe de Onganía (1966) al Golpe de Videla (1976). Consultado el 7 de septiembre de 2014. 
  3. Mónica Inés Bartolucci: "La resistencia antiperonista: clandestinidad y violencia. Los comandos civiles revolucionarios en Argentina, 1954-1955"
  4. María Estela Spinelli (2005). «La sublevación antiperonista». Los vencedores vencidos: el antiperonismo y la "revolución libertadora". Consultado el 7 de septiembre de 2014. 
  5. Osvaldo Pellettieri (2006). «La nacionalización del teatro independiente». Teatro del Pueblo: una utopía concretada. Consultado el 7 de septiembre de 2014. 
  6. Javier Prado (7 de mayo de 2011). «Bombardeos y golpe de Estado». Del tiempo de Perón. Consultado el 7 de septiembre de 2014. 
  7. Cosme Beccar Varela reporta la presencia de su padre
  8. a b Arnaudo, p. 185
  9. Arnaudo, p. 177
  10. Elsa Portugheis (coord.) (2010). «Atentado del 15 de abril de 1953». Bombardeo del 16 de junio de 1955. Buenos Aires: Secretaría de Derechos Humanos de la Nación Argentina. pp. 135-142. ISBN 978-987-1407-88-0. 
  11. Archivo Nacional de la Memoria, Bombardeo del 16 de junio de 1955, página 41.
  12. a b http://www.lanueva.com/nota/2016-5-20-0-17-0-comandos-civiles
  13. Picciuolo, José Luis (octubre de 1996), «La Escuela Superior de Guerra después de la revolución de 1930 y hasta mediados del siglo xx», Revista de la Escuela Superior de Guerra (Buenos Aires) (502): 35.
  14. Luna, Félix: Perón y su tiempo. II. La comunidad organizada pág.32/36 Buenos Aires 1985 Editorial Sudamericana ISBN 950-07-0313-0.
  15. Gambini, Hugo: Historia del peronismo vol. I, p. 258. Buenos Aires, 1999. Editorial Planeta Argentina S.A. Obra completa: ISBN 950-49-0226-X Tomo I: ISBN 950-49-0227-8.
  16. Nielsen, Jorge (2004). La magia de la televisión argentina 1951-1960. Buenos Aires. Ediciones del Jilguero. p. 18. ISBN 987-9416-06-6. 
  17. Bertolucci: La resistencia antiperonista: clandestinidad y violencia. Los comandos civiles revolucionarios en Argentina, 1954-1955, con cita al libro de Autores Varios: Así cayó Perón: crónica del movimiento revolucionario triunfante. Buenos Aires, Lamas, 1955
  18. a b c d Ruiz Moreno, La Revolución del 55
  19. Archivo Nacional de la Memoria, Bombardeo del 16 de junio de 1955, página 39.
  20. Cafiero, Antonio (3 de junio de 2003). «La tarde del 15 de abril de 1953». La Nación. Archivado desde el original el 10 de diciembre de 2014. Consultado el 1 de marzo de 2015. «Con el tiempo, todos los responsables de los atentados de la Plaza de Mayo, jóvenes pertenecientes a familias de clase media alta, fueron detenidos y procesados por la Justicia ante los jueces competentes, con todas las garantías de la Constitución y de la ley. Nadie sufrió agravio o condena otra que la dispuesta por la Justicia... los atentados terroristas de aquella infausta tarde marcaron el comienzo de una etapa de violencia, dolor y muerte que habría de extenderse durante treinta años de historia argentina... Aquellos vientos sembrados en la tarde del 15 de abril trajeron estas tempestades posteriores. Debo decirlo: fueron los peronistas los que pagaron el tributo más alto a esta ordalía. Porque la violencia tuvo dos caras. La del peronismo, durante la época de la proscripción y del exilio (1955-1973), se caracterizó por una suerte de jactancias verbales y el ataque a bienes físicos simbólicos, por cierto muy valiosos y respetables. En cambio, la del antiperonismo se caracterizó por el terrorismo brutal y el desprecio al valor de la vida humana. Los peronistas fueron insolentes. Pero el antiperonismo rezumaba odio. Los peronistas alardeaban: los antiperonistas fusilaban. Hubo que esperar veinte años para alcanzar la reconciliación de peronistas y antiperonistas que nos legaron Perón y Balbín.» 
  21. Norberto Galasso, Perón: Formación, ascenso y caída, 1893-1955, pag 312
  22. Archivo Nacional de la Memoria, Bombardeo del 16 de junio de 1955, página 42.
  23. Aguirre Orlando, El génesis del peronismo en Corrientes. Pp.37, 38 -2008)
  24. Portugheis, 2010, pp. 135-142.
  25. «La Plaza de Mayo tuvo 308 muertos». Crítica Digital. 17 de junio de 2009. Archivado desde el original el 18 de junio de 2010. Consultado el 17 de junio de 2009. 
  26. Borges, Jorge Luis: Obras completas: 1952-1972 (pág. 391), Costa Picazo, Rolando; e Irma Zangara. Buenos Aires: Emecé, 2009.
    Como resultado de los hechos, hubo más de doscientos muertos y ochocientos heridos, la mayoría de ellos civiles.
    Jorge Luis Borges
  27. Ruiz Moreno, 157
  28. Arnaudo, p. 178
  29. Marta Lonardi, Mi padre y la revolución del 55', página 59
  30. Julio Godio, La caída de Perón: de junio a setiembre de 1955, p. 133
  31. Arnaudo, p. 146
  32. Arnaudo, p. 148
  33. César Tcach Abad, Sabattinismo y peronismo: partidos políticos en Córdoba, 1943-1955, páginas 250 a 254
  34. http://www.lanueva.com/notas-y-comentarios/865582/comandos-civiles.html
  35. Susana Bianchi, Catolicismo y Peronismo - Religión y política en la Argentina 1943-1955, Editorial Prometeo, 346 páginas.
  36. Ruiz Moreno, 101-102
  37. Ruiz Moreno, 156
  38. La Violencia Evangelica de Horacio Verbitsky Editorial: Sudamericana I.S.B.N : 9789500729185, p 123/124
  39. «Mariano Grondona podría ser juzgado por crímenes de lesa humanidad». Archivado el 9 de diciembre de 2014 en Wayback Machine. En: DERF Agencia Federal de Noticias, 26 de febrero de 2008. Consultado el 19 de marzo de 2012.
  40. Micaela Baldoni; Gabriel Vommaro (agosto de 2011). «Bernardo y Mariano: las transformaciones del periodismo político en Argentina, de los años ochenta a los años noventa». XIII Jornadas Interescuelas Departamentos de Historia. Consultado el 24 de enero de 2013. 
  41. Prado, Javier (2010). Historia del gorilismo. Desde 1810. http://books.google.com.ar/books?id=rErti2XIZJsC&pg=PA147&lpg=PA147&dq=Comandos+Revolucionarios+Civiles+mariano+grondona&source=bl&ots=fHodu4X5Tc&sig=SgNf6btiLLAloT5A_eRUvoCi63E&hl=es-419&sa=X&ei=r6YAUYTHCJLw8AT2jIHwCg&ved=0CEoQ6AEwAg#v=onepage&q=Comandos%20Revolucionarios%20Civiles%20mariano%20grondona&f=false: Graficar. ISBN 978-987-05-8586-2. 
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  46. a b c d Arnaudo, p. 194
  47. Daniel Gutman, Tacuara: historia de la primera guerrilla urbana argentina, página 47. Editorial Vergara, 2ª Ed, Buenos Aires, 2012.
  48. Patricio Downes, La noche en que quemaron las iglesias, Diario Clarín, 2 de septiembre de 2001.
  49. Ruiz Moreno, 419
  50. Horacio Verbitsky, La Violencia Evangelica, Editorial: Sudamericana, p. 123/124. ISBN 9789500729185
  51. Ferioli, Néstor. “La Fundación Eva Perón”. Vol 1. Centro Editor de América Latina Buenos Aires, 1990.
  52. “La Violencia Evangélica de Lonardi al Cordobazo (II)”. Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2008.
  53. Chaves. El primer asesinato de la Revolución Libertadora Ene, 2015, Editorial CTA