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Justino Mártir

Artículo destacado
De Wikipedia, la enciclopedia libre
(Redirigido desde «San Justino»)
Justino Mártir
Información personal
Nacimiento c. 100 d. C./114 d. C.
Flavia Neapolis, Siria
Fallecimiento c. 162/168
Roma, Imperio Romano
Causa de muerte Decapitación Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión Iglesia católica
Información profesional
Ocupación Filósofo, teólogo y apologeta Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Apologética cristiana, apologética y Apologética católica Ver y modificar los datos en Wikidata
Información religiosa
Festividad 1 de junio (rito romano)
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesia luterana

Justino Mártir (en latín: Iustinus Martyr; en griego: Ἰουστῖνος ὁ Μάρτυρ, Ioustinos ho martyr; Flavia Neapolis, Siria, ca. 100/114 - Roma, 162/168), también conocido como Justino el Filósofo, fue uno de los primeros apologistas griegos que escribieron en defensa del cristianismo. Inicialmente filósofo pagano, tras su conversión abrió escuela en Roma y tendió puentes con el judaísmo y el paganismo, con el objetivo de propagar la idea de que el Cristo fuera la encarnación del Logos. Su actividad en defensa del cristianismo llamó la atención del prefecto Quinto Junio Rústico, quien lo condenó a muerte junto a otros compañeros por negarse a hacer sacrificios a los dioses romanos.

Si bien la mayoría de sus obras se han perdido, los ejemplares existentes testimonian el desarrollo de la praxis y doctrina cristianas durante el siglo II. Su Apología, dirigida a los césares, y su Diálogo con el rabino Trifón discuten la legalidad y racionalidad del cristianismo, la interpretación del Antiguo Testamento, la naturaleza de Dios a la luz de la fe y de la filosofía, el sacrificio de animales como ofrenda a Dios y otros temas.

La figura de Justino combina una sincera búsqueda de la verdad,[1]​ la audacia de dirigirse al Emperador,[2]​ la apertura razonable a sus contrincantes,[3]​ un tono de escritura vigoroso y atractivo[4]​ aunque improvisado,[5][6]​ y el testimonio final del martirio,[7]​ todo lo cual lo convierte en el más importante apologeta cristiano del siglo II.[8][9][10]

Biografía

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Nació hacia el año 100 en la ciudad de Flavia Neapolis (actual Nablus, en Cisjordania),[11]​ una ciudad fundada por los romanos 50 km al norte de Jerusalén para acrecentar su dominio en la zona. Aunque nacido en plena región de Samaria, provincia de Judaea, su familia era pagana y fue educado en un contexto cultural helenístico sin influencia del judaísmo.[12]​ De joven, según su propio testimonio, el ansia por adquirir ciencia y conocimiento lo introdujo en el estudio de la filosofía. Se inició en la escuela estoica, pero su maestro no supo dar explicaciones sobre la esencia de Dios. Luego incursionó en la escuela peripatética, pero el maestro estaba más interesado en los pagos anticipados que en la enseñanza de la Filosofía. Los pitagóricos lo rechazaron porque antes de iniciar a alguien en su Escuela exigían el aprendizaje previo de música, astronomía y geometría. Finalmente Justino se inclinó hacia el platonismo, una escuela que lo impresionó con su teoría de las ideas y en la que profundizó sus estudios,[13]​ concentrado en la metafísica y la búsqueda del Dios de la filosofía:

La consideración de lo incorpóreo me exaltaba sobremanera; la contemplación de las ideas daba alas a mi inteligencia; me imaginaba haberme hecho sabio en un santiamén, y mi necedad me hacía esperar que de un momento a otro iba yo a contemplar al mismo Dios. Porque tal es el blanco de la filosofía de Platón … Lo que siempre se ha del mismo modo e invariablemente, y es causa del Ser de todo lo demás, eso es propiamente Dios.
Justino Mártir[14]

Cierto día, entre los años 132 y 135,[13]​ mientras caminaba por las playas de Éfeso, un anciano le llamó la atención hacia Cristo y los escritos de los profetas, como maestros antiguos portadores de un mensaje profundo.[15][16]​ La tranquilidad de los creyentes ante el martirio lo convenció de que no eran, como se decía, una secta de personas entregadas al canibalismo y al placer.[17]​ La doctrina le resultó convincente y resolvió convertirse al cristianismo, en Éfeso en tiempos de Adriano, y dedicó el resto de su vida a difundir lo que él consideraba la «verdadera filosofía».[15]​ Viajó por el mundo vistiendo el pallium de los filósofos como predicador ambulante, y hacia el año 150 se instaló en Roma, donde fundó el Didascáleo romano, una escuela de pensamiento cristiano a la que asistieron Taciano e Ireneo de Lyon.[18][13]​ Experiencia típica de una época de eclecticismo filosófico,[19]​ a semejanza de otros maestros abrió su escuela sin grandes recursos, alquilando el piso superior de unos baños, donde recibía a cualquier persona ansiosa de escuchar su enseñanza de filosofía y cristianismo.[20]​ Cabe suponer que su escuela haya sido una empresa personal, sin dependencia oficial con la jerarquía de la Iglesia, ya que no existen testimonios de que Justino haya tenido algún rol formal en la comunidad cristiana.[20]

Autor prolífico y defensor de su fe cristiana, fue más filósofo que teólogo. De hecho, no hacía una distinción exacta entre ambas disciplinas, pues para él había una única Sabiduría revelada plenamente en el Logos, Jesucristo. Justino consideraba que el cristianismo no era una negación de la filosofía griega, sino una superación: en tanto que los filósofos habían descubierto verdades, lo habían hecho, según Justino, con el poder del Logos.[21][22]​ En efecto, en sus escritos son muy fuertes las influencias del Platonismo Medio.[23]​ Sobreviven sus obras de apologética: el Diálogo con Trifón que discute las diferencias y semejanzas con el judaísmo, y las Apologías que contestan las objeciones del paganismo. Las numerosas digresiones y repeticiones sugieren que se dejaba llevar por la inspiración del momento antes que por un plan de escritura;[15]​ aun así, se caracteriza por la rectitud y sinceridad, tratando de convencer racionalmente a su adversario.[24]

En la vejez se coronó como mártir en la capital del Imperio junto a otros seis compañeros, al parecer debido a sus disputas con el cínico Crescencio,[12]​ durante el reinado de Marco Aurelio, siendo Junio Rústico prefecto de la ciudad entre 162 y 168.[15]

Obra

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Frontispicio de
Obras de Justino, filósofo y mártir,
en una edición bilingüe (griego y latín)
de 1636.

En la generación de autores cristianos anterior a Justino, los llamados «Padres Apostólicos» escribieron textos íntimos, dirigidos a los demás cristianos, haciendo énfasis en Dios como Padre y Creador.[25]​ Pero a partir del año 130 los apologistas griegos como Justino tuvieron por destinatarios a la élite pagana, por eso explotaron las ideas filosóficas del movimiento de los seres para difundir la visión de un Dios que es al mismo tiempo Creador y Demiurgo.[26]

Actualmente se conservan tres obras auténticas de Justino: la Primera Apología, dirigida a las autoridades romanas, una Segunda Apología, que es la parte conclusiva de la Primera, y el Diálogo con Trifón. Llegan hasta el presente de forma casi completa gracias a una única copia medieval, de mediocre calidad, datada de 1364; también se conservan fragmentos antiguos de papiro romano con unas pocas líneas de sus obras, como testimonio arqueológico confirmatorio.[27][28]​ De las demás obras del autor sólo permanecen fragmentos del texto Sobre la Resurrección, y otros fragmentos de dudosa autenticidad.[29][30]

Apologías

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Las Apologías de Justino, dirigidas a las autoridades, buscan explicar su visión acerca de qué es el cristianismo y por qué puede ser injusto perseguirlo. Justino exhorta al Emperador a desarrollar un juicio independiente acerca del cristianismo y abandonar la persecución, bajo el argumento de que no se los persigue por algún crimen concreto, sino tan solo por llevar el nombre de cristianos. El tono es principalmente legalista, con la intención de convencer a personas versadas en filosofía. En las frecuentes digresiones Justino trata una multitud de temas con miras a justificar el cristianismo y responder ante calumnias y acusaciones, por este motivo incluye una exposición pormenorizada de las creencias, los ritos y las costumbres de su comunidad.[31][32]

Diálogo con Trifón

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El Diálogo es la primera apología del cristianismo ante el judaísmo que se conserva casi en su totalidad. Es un texto extenso, de 142 capítulos, donde pone en discusión las distintas interpretaciones de la Biblia. En la introducción Justino se presenta como filósofo y como cristiano, luego la obra se desarrolla en tres partes: primero explica la interpretación que hacen los cristianos del Antiguo Testamento, luego discute la adoración del Cristo como Dios, y por último expone la idea de que los seguidores del Cristo representan al nuevo Pueblo Elegido. Difiere de las Apologías en su forma, de diálogo, y en el contenido, centrado en las interpretaciones diversas de varios pasajes bíblicos.[33][34]

Influencia

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La primera mención de Justino se encuentra en la Oratio ad Graecos de su discípulo Taciano, donde lo nombra como «el muy admirable Justino». Ireneo, que también oyó sus disertaciones en Roma, describe su martirio y demuestra su influjo en varios pasajes, citándole directamente en dos ocasiones.[35]Tertuliano, en su Adversus Valentinianos, lo llama «filósofo y mártir», y «el primer antagonista de los herejes». Otros autores de los siglos III a V como Orígenes y Teodoreto se inspiraron en sus ideas,[36]​ y de hecho Eusebio de Cesarea lo trata con cierta extensión en su Historia eclesiástica (iv. 18).[12]

Doctrina

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Dios en Justino

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La principal actividad apologética de Justino fue defender la noción cristiana de Dios: buscó justificar al Dios cristiano, único y omnipotente, frente a las creencias de los paganos. Explicar el concepto de Dios era indispensable para luego avanzar con otros misterios de la fe cristiana como la encarnación.[37]

El doble rol de Justino como cristiano y como filósofo genera dos concepciones de Dios análogas y complementarias.[38]​ Como cristiano Justino explica un Dios que es Padre, sumo Bien, Vida, origen de las virtudes, Creador, omnisciente y omnipotente, amante del Mundo y de los hombres, y revelado por Cristo.[39]​ En cambio, con lenguaje de los filósofos, Justino describe un Dios incognoscible, trascendente, inmutable, eterno, incorruptible y primer motor inmóvil: el empeño del autor está en conciliar estas dos visiones.[40][41]

Ante la idea panteísta de los estoicos, de un dios inmanente e interno al universo, el autor contrapone un Dios trascendente, o sea, que no forma parte del universo ni de la materia —sujeta al cambio y movimiento constante—, sino que es eterno e inmutable.[42]​ Sin embargo, en los tres escritos que se conservan de Justino, no se encuentra un tratamiento detallado del tema de la Creación, contrapuesta a la visión platónica de la eternidad de la materia.[43]

El Logos y los seres espirituales

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El concepto del Logos, como fuerza racional vigente en el universo, era familiar para los hombres cultos del paganismo; y la utilización de esa palabra tampoco era nueva en la teología cristiana. La creatividad de Justino radica en la manera de identificar al Cristo con el Logos, como la chispa divina que aviva el intelecto en cada hombre.[44]​ Esto conduce a Justino a proponer que toda verdad y virtud tengan origen en el Cristo, aun cuando la persona que actúe virtuosamente no sea cristiana.[45]​ Por este motivo cree que la veneración del Logos sea la única actitud razonable. Es precisamente para justificar la veneración de Cristo que Justino emplea la idea del Logos,[46][47]​ que es, en esencia, una unidad con el Dios Padre, aunque distinto en personalidad.[48]​ Si el Padre es inefable y trascendente, externo al universo, el Logos encarnado sortea el abismo entre Dios y los hombres, como mediador.[49]

A diferencia del Dios Padre no engendrado, Justino entiende al Logos como engendrado:

La Palabra … por ser ella ese mismo Dios engendrado del Padre del universo.

Con respecto al culto de los ángeles, Justino trae uno de los primeros testimonios:[51]​ considera que los seres espirituales tienen cierta relación con la materia y que pueden influir en el mundo, particularmente los demonios incitando a los hombres al mal.[52]​ Algunos pasajes son motivo de controversia por su interpretación,[53]​ para dilucidar en qué sentido Justino considera a los ángeles semejantes a Cristo y dignos de ser también homenajeados:

[Nos llaman] ateos; y, si de esos supuestos dioses se trata, confesamos ser ateos; pero no respecto del Dios verdaderísimo … A Él y al Hijo, que de Él vino y nos enseñó todo esto, y al ejército de los otros ángeles buenos que le siguen y le son semejantes, y al Espíritu Profético, les damos culto y adoramos, honrándolos con razón y verdad.

Los autores modernos sugieren no interpretar más allá de lo que el texto dice literalmente, ya que su concepción acerca de los ángeles y los demonios es análoga a la de los evangelios sinópticos.[55][56]

El Espíritu Santo y la Trinidad

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Justino hace muy pocas menciones del Espíritu Santo en comparación con el Logos y Dios Padre. Sus referencias pasajeras, ajenas a cualquier profundización teológica, no especifican los pormenores de la doctrina trinitaria. El Espíritu Santo en Justino se asocia principalmente a la inspiración profética.[57]​ En un pasaje acerca de la persona que va a ser bautizada, Justino comenta: «se arrepiente de sus pecados en nombre de Dios, Padre y Soberano del universo (…) y también en el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y en el nombre del Espíritu Santo, que por los profetas nos anunció de ante mano todo lo referente a Jesús.»[58]

En cuanto a la relación entre Padre, Hijo y Espíritu Santo, Justino manifiesta un cierto subordinacionismo.[59]​ A propósito de un pasaje de la escritura en que Dios se comunica con Abraham bajo forma de tres ángeles, Justino pregunta a los judíos si conocían ese pasaje:

Contestáronme ellos que lo conocían, pero que nada tenían que ver las palabras citadas con la demostración de que hay otro Dios o Señor, o de que de Él hable el Espíritu Santo (…) Voy a intentar persuadiros que, efectivamente, es aquí llamado Dios y Señor otro que está bajo el Hacedor del Universo.
Diálogo con Trifón LVI[60]

No hay un desarrollo filosófico sobre las personas de la Trinidad, ni precisión terminológica. Su lenguaje es el de la experiencia cristiana, el de la vida de adoración, más que el de la teología. Los pocos párrafos que dedica al tema reflejan la praxis y la expresión poética, reverenciando al Padre, al Hijo y al Espíritu sin desplegar una doctrina.[61]

Dios y el hombre

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Justino presenta su libro ante el Emperador. Al fondo, la decapitación de Justino.

La antropología del autor muestra influjos significativos de su formación platónica. Considera que el hombre cuenta con un cuerpo material, con un alma que es la fuente de su personalidad, y con un elemento divino:[62]​ un fragmento del Logos que le permite razonar y conocer la Verdad.[45]​ Esto lo asemeja al pensamiento tradicional cristiano que separa al hombre en cuerpo, alma y espíritu.[63][64]​ Justino postula un alma a la vez creada e inmortal, en contraposición con la teoría platónica de la existencia del alma desde la eternidad antes de nacer y la teoría aristotélica de su destrucción al momento de la muerte.[65]​ Además Justino pregona el libre albedrío como fuente necesaria de la moralidad.[66][67]

Sus conceptos antropológicos se vierten en la manera de describir la encarnación de Cristo: le describe como un verdadero ser humano además de ser realmente el Logos; sin embargo, su desarrollo no es profundo ni sistemático, y en comparación con teólogos de épocas posteriores su tratamiento del tema puede parecer algo superficial.[68][69]

Con respecto a la redención, Justino lo trata como un tema de fe más que de filosofía. Si bien adhiere a la doctrina religiosa del pecado de Adán y de que todo hombre sea capaz de deificación,[70]​ sus conceptos filosóficos se centran en Cristo como Maestro y fuente de conocimiento. Por eso sus premisas filosóficas no pueden desarrollar profundamente una teoría de la redención. Sin embargo, afirma en repetidas ocasiones que Cristo salva al género humano por su muerte en la Cruz y su resurrección: esta afirmación sólo puede haberla recibido desde la Fe de la Iglesia primitiva, más que de la filosofía.[71]

Acerca del fin de los tiempos, Justino presenta la idea de una Segunda Venida de Cristo. No hace predicciones puntuales de cuándo va a suceder, ni se muestra ansioso.[72]​ Afirma además las creencias cristianas de la resurrección de los muertos y el juicio final;[73]​ aunque da referencias contradictorias sobre el milenarismo: si bien profesa la creencia mayoritaria de un reino de mil años de Cristo con los santos sobre la Tierra, reconoce que algunos cristianos piadosos no comparten esa idea.[74][75][76][77]

La praxis cristiana

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Los escritos de Justino aportan testimonios muy valiosos para comprender distintos aspectos prácticos de la comunidad cristiana en el II siglo.[78][79]​ Concibe a la Iglesia como una sociedad sobrenatural fundada por los apóstoles en nombre de Cristo.[80]​ Él no se percibe fundador o innovador de doctrina, sino que participa de la vida cristiana de su siglo como evolución natural de la actividad de los apóstoles del siglo I.[81]​ Al contrario, considera que los pensamientos novedosos son de hecho herejías no heredadas de una era anterior. Señala en particular que los grupos heterodoxos llevan el nombre de su fundador (Valentinianos, Basilideanos, Marcionistas), mientras que el resto de la Iglesia no lleva el nombre de ningún fundador humano.[82]

Se destaca su testimonio acerca de la liturgia primitiva y sus exposiciones acerca de la oración, el bautismo y la eucaristía.[83]​ Estos ritos aparecen como una superación de los ritos paganos y como ápice de la vida cristiana.[84]​ Acerca del bautismo, Justino resalta su relación con la remisión de los pecados.[85][86]​ Acerca de la eucaristía, en los capítulos 65 a 67 de su Apología Justino explica los detalles del rito, en particular, afirma la unión del Logos con los elementos del pan y el vino tal que se transformen en la carne y la sangre del Logos encarnado.[87][88]

En lo que respecta al canon de la Biblia, Justino hace citas del antiguo testamento en la versión griega llamada Septuaginta,[89]​ y relata la vida de Cristo en concordancia con los Evangelios sinópticos. Muestra haber leído el Evangelio de Juan, aunque no lo cita textualmente, y tiene en gran estima las profecías del Apocalipsis. También se hace eco de las Epístolas del Nuevo Testamento.[90]​ La sobriedad de sus descripciones contrasta fuertemente con los evangelios apócrifos que desarrollan toda clase de detalles novedosos o extravagantes y comienzan a ser escritos en esta época.[91]

Martirio y veneración

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Mosaico del martirio.

En la Segunda parte de la Apología, Justino explica con sus propias palabras el poder persuasivo del testimonio del martirio:

Yo mismo, cuando seguía las doctrinas de Platón, oía las calumnias que corrían contra los cristianos; pero al ver su impavidez ante la muerte y ante todo lo que comúnmente se tiene por espantoso, me di cuenta ser imposible que fueran hombres malvados y entregados al placer. Porque ¿qué amador del placer, qué intemperante, quién que tenga por cosa buena devorar carnes humanas pudiera recibir alegremente la muerte?
Apología II,12.[92]

Se conserva una narración, basada en las actas del juicio, que describe el interrogatorio por parte del prefecto Quinto Junio Rústico y la negativa de los cristianos a sacrificar en honor de los dioses.[93]​ Ante la amenaza de la pena capital, Justino le responde: «Nuestro más ardiente deseo es sufrir por amor de nuestro Señor Jesucristo para salvarnos, pues este sufrimiento se nos convertirá en motivo de salvación y confianza ante el tremendo y universal tribunal de nuestro Señor y Salvador».[94]​ Rústico, pues los envía al suplicio y luego a la decapitación. El supremo testimonio se narra de forma muy escueta:

«Los santos mártires, glorificando a Dios, salieron al lugar acostumbrado, y, cortándoles allí las cabezas, consumaron su martirio en la confesión de nuestro Salvador. Mas algunos de los fieles tomaron a escondidas los cuerpos de ellos y los depositaron en lugar conveniente, cooperando con ellos la gracia de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén».
Martyrium Sancti Iustini et Sociorum[95]

Justino es venerado como santo en distintas denominaciones cristianas, incluyendo la Iglesia Católica,[96]​ la Iglesia Ortodoxa[97]​ y la Comunión Anglicana.[98]​ En el rito romano de la Iglesia católica su festividad tiene lugar el 1 de junio. Antes de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II se celebraba el 14 de abril.[96]

Véase también

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Referencias

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  1. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 197. «…la sincera búsqueda de la verdad…». 
  2. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. pp. 998-999. ISBN 84-7914-623-0. «entra impetuosamente en materia sin grandes miramientos a sus altos destinatarios (…) Extraño lenguaje, sobre todo si consideramos quién habla a quién». 
  3. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 198. «…trata de llegar a un acuerdo con el adversario. (…) Es el primer escritor eclesiástico que intenta echar un puente entre el cristianismo y la filosofía pagana». 
  4. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 198. «sus escritos ejercen una atracción irresistible». 
  5. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 26. «He is no literary artist (…) His tone and character are attractive by their genuineness, simplicity, high-mindedness and frank and confident energy». 
  6. Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. p. 117. «(…) no demuestra dotes especiales de escritor; con frecuencia se entretiene en largas digresiones, oscureciendo el desarrollo lógico del pensamiento con incisos fragmentarios y frecuentes repeticiones. La construcción del período es inadecuada, la expresión sin colorido, aunque algunas veces el tono sea vigoroso y llegue hasta acalorarse. El apologista se caracteriza siempre por la rectitud y sinceridad intachables(…)». 
  7. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 989. ISBN 84-7914-623-0. «doblemente apologista de la fe, por su palabra y por su sangre». 
  8. Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. p. 116 y 117. 
  9. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 196. «es el apologista griego más importante del siglo II y una de las personalidades más nobles de la literatura cristiana primitiva». 
  10. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 844. ISBN 84-7914-623-0. «San Justino, el más ilustre de los apologistas». 
  11. «…en Ostia, la antigua Sichem.» (Quasten 2004:196)
  12. a b c Simon & Benoit, p. 64
  13. a b c Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 13. 
  14. Justino Mártir, Diálogo con Trifón II.6 y III.5 visto en: Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. pp. 1109 y 1111. ISBN 84-7914-623-0. 
  15. a b c d Quasten, Johannes (1978). Patrología. Madrid: BAC. p. 196-197. 
  16. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 6-7. 
  17. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 992. ISBN 84-7914-623-0. 
  18. Vives Soler, José (1988). Los Padres de la Iglesia. Herder. p. 86. 
  19. Barnard, Leslie William (1967). «I. Life, Conversion and Martyrdom». Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. p. 11. 
  20. a b Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 993. ISBN 84-7914-623-0. 
  21. Barnard, Leslie William (1967). «III. Background: Greek Philosophy». Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. p. 27. 
  22. Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. p. 120. 
  23. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 27-38. «Our conclusion from the above discussion is that Justin's philosophical background is predominantly that of eclectic Middle Platonism, although it is well to remember that this eas not a philosophical system, as such, but rather a philosophical transition stage (p. 37)». 
  24. Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. p. 117. 
  25. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 76. 
  26. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 77. 
  27. Jones, Brice. «New Discovery: The Earliest Manuscript of Justin Martyr» (en inglés). Consultado el 23 de noviembre de 2021. 
  28. Quasten, Johannes (1978). Patrología. Madrid: BAC. p. 197. 
  29. Ayán Calvo, Juan José (1988). Antropología de San Justino. Santiago de Compostela y Córdoba: Publicaciones del Monte de la Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. pp. 63-65. ISBN 84-89651-83-3. 
  30. Papandrea, James (2012). «III.3 Justin Martyr». Reading the Early Church Fathers. Paulist Press. ISBN 978-1-61643-091-7. «Though this document no longer exists in its entirety, there is enough available to get the sense of Justin’s teaching on the resurrection of the body (…) Justin argues that we are not destined to be disembodied spirits, but that at the resurrection our bodies will be reunited with our spirits». 
  31. Quasten, Johannes (1978). Patrología. Madrid: BAC. p. 200-201. 
  32. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1002. ISBN 84-7914-623-0. «Ni por su nombre, ni por su religión ni por su actitud ante el Imperio merecen los cristianos ser perseguidos; pero la defensa no era el solo fin de la apologética (…) Justino cree que la mejor defensa es una leal exposición de la verdad». 
  33. Quasten, Johannes (1978). Patrología. Madrid: BAC. p. 203. 
  34. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. pp. 1090-1104. ISBN 84-7914-623-0. 
  35. En su libro Adversus Haereses IV., vi. 2, y V., xxvi. 2
  36. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1099. ISBN 84-7914-623-0. 
  37. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 75. 
  38. Vives Soler, José (1988). Los Padres de la Iglesia. Herder. p. 86. «La aportación más fundamental de Justino es el intento de relacionar la teología ontológica del platonismo con la teología histórica de la tradición judaica, es decir, el Dios que los filósofos concebían como Ser supremo, absoluto y trascendente, con el Dios que en la tradición semítica aparecía como autor y realizador de un designio de salvación para el hombre». 
  39. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 77-78. 
  40. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 207. «Ya en el concepto que Justino tiene de Dios aparece su inclinación hacia la filosofía platónica. Dios no tiene principio. De donde se sigue la conclusión: Dios es inefable (…)». 
  41. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 79. 
  42. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 79-80. 
  43. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 112. «It is idle to speculate how Justin interpreted Gen. I,1 “In the beginning God made the heaven and the earth”. It is equally uncertain whether Justin believed in the eternity of matter in the Platonic sense as an antithesis to God. We must be content to state that Justin had no particular theory of the origin and nature of matter». 
  44. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 209. «Cada ser humano posee en su razón una semilla del Logos… Justino cita los ejemplos de Heráclito, Sócrates y el filósofo estoico Musonio, que vivieron según las normas del Logos, el Verbo Divino». 
  45. a b Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1014. ISBN 84-7914-623-0. «Cada uno [de los filósofos] vio y expresó bien, gracias a la participación del Verbo seminal divino, lo que era conforme a ese mismo Verbo parcial que poseía». 
  46. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 85-89. 
  47. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1008. ISBN 84-7914-623-0. 
  48. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 99. 
  49. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 208. «…mas como Dios es trascendente y está por encima de todo ser humano, es necesario salvar el abismo que media entre Dios y el hombre. Esto fue obra del Logos. Él es el mediador entre Dios Padre y el mundo…». 
  50. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1174. ISBN 84-7914-623-0. 
  51. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 212. 
  52. Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. p. 120. «…antes de la realización del juicio universal los demonios están en las capas inferiores de la atmósfera, ocupados en corromper a los hombres, incitándolos al mal…». 
  53. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1000. ISBN 84-7914-623-0. «(…)Se trata realmente de una fórmula desafortunada —gramaticalmente desafortunada— y sin duda se debió, como notó también Puech, al interés de defenderse del reproche de ateísmo y no omitir, por tanto, ninguna de las formas del culto cristiano». 
  54. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1022. ISBN 84-7914-623-0. 
  55. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 106-110. 
  56. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1009. ISBN 84-7914-623-0. 
  57. Barnard, Leslie William (1967). «VIII. The Holy Spirit and the Trinity». Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. p. 102. 
  58. Aplogía I, LXI
  59. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 197. 
  60. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1165. ISBN 84-7914-623-0. 
  61. Barnard, Leslie William (1967). «VIII. The Holy Spirit and the Trinity». Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. p. 105. 
  62. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 113. «Man, Justin held, was created from the material elements. He was endowed with a soul which included his non-physical constitution with the exception of the reason-and this soul was the seat of his personality. Life and reason were however imparted to the soul by a divine element». 
  63. Ayán Calvo, Juan José (1988). Antropología de San Justino. Santiago de Compostela y Córdoba: Publicaciones del Monte de la Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. pp. 98-99. ISBN 84-89651-83-3. «(…) Un tercer elemento que vivifica al alma y que no se da en los animales, el cual es participación natural del Logos, manantial del Espíritu». 
  64. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 114. «The universal logos is present in all men and brings inspiration and perception of spiritual truth» y «It would therefore seem that Justin believed in the traditional threefold division of human nature-body, soul and πνεῦμα». 
  65. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 113. 
  66. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 114. «Justin held firmly to a belief in man's moral dreedom (…) Each man by his own free choice does right or wrong. Man's responsibility lies in his power of choice–and in this alone (…) If this human freedom did not exist then men could be neither rewarded nor punished and the moral structure of the universe would collapse». 
  67. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1007. ISBN 84-7914-623-0. «(…) afirma enérgicamente la libertad humana, pues ella es el fundamento de todo orden moral. Sin libertad, no hay justicia en premiar al bueno y castigar al malo». 
  68. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 121. «Justin's theory of the Incarnation is not systematised and to later ages, must have appeared somewhat naive and ill balanced. Yet we must never forget that Justin was a pioneer Apologist and, considering the pitfalls into which he might have fallen, it is all to his credit that he maintained so strongly that Jesus Christ was both divine and human». 
  69. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1009. ISBN 84-7914-623-0. «Sin duda los teólogos tendrán más de un reparo que oponer a la teoría salvadora de San Justino (…) en definitiva se trata de un inescrutable misterio, sólo a Dios reservado». 
  70. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 213. «…Justino está convencido de que todo ser humano es capaz de deificación. Ese era el caso, por lo menos, al principio de la creación. Pero nuestros primeros padres pecaron y atrajeron la muerte sobre sí mismos…». 
  71. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 122-125. «In strict logic his philosophical presuppositions, which controlled his intellectual apprehension of Christianity, had no place for any objective theory of the Atonement. The fact that he has so much to say about the Cross and what it had effected is a strong proof that the Church of his day held this belief». 
  72. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 160. «anxiety over the delay in the Parousia seems to have left but little trace in early Christian literature». 
  73. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 1003. ISBN 84-7914-623-0. 
  74. Philippe Bobichon, "Millénarisme et orthodoxie dans les écrits de Justin Martyr" in Mélanges sur la question millénariste de l’Antiquité à nos jours, [Bibliothèque d'étude des mondes chrétiens, 11], Paris, 2018, pp. 61-82
  75. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 165. «It is a hopeless task to reconcile this belief in an earthly millennium in Jerusalem with Justin's other opinion that the new Jerusalem will be an immediate, spiritual, eternal land or inheritance». 
  76. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. pp. 1102-1103. ISBN 84-7914-623-0. 
  77. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 218. «…sin embargo, se ve obligado a admitir que no todos los cristianos comparten las mismas ideas». 
  78. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 213. «…tiene un valor especial su descripción de la liturgia del bautismo y de la Eucaristía…». 
  79. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 134. «Justin's account of the Christian sacraments (…) is of great importance and is the fullest description we posses of second-century rites». 
  80. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 129. «(…) that the Church is a supernatural society founded by the apostles in Christ's name». 
  81. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 127. «(…) important to note that Justin openly claimed that he was a representative of the great body of Christians and that he had received his Christianity from the Church of the preceding age». 
  82. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 129. 
  83. Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. p. 213. «Tiene un valor especial la descripción de la liturgia del bautismo y de la eucaristía que nos da Justino al final de su primera apología…». 
  84. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 136. 
  85. Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. p. 989. ISBN 84-7914-623-0. «[Lo que dice Justino es que:] no hay otro camino de salvación que reconocer a Jesús por el Cristo, lavarse en el baño del bautismo, y vivir en adelante sin pecado». 
  86. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 135. 
  87. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 147. «Justin refers explicitly in this passage to the incarnation of the divine logos in the flesh and blood of Jesus (…) So in the Eucharist there is a further action of the logos such that the elements of bread and wine become united with the logos and so become the flesh and blood of the incarnate Jesus». 
  88. Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. p. 121. «Claramente hace una profesión de fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía». 
  89. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 58. 
  90. Kruger, Gustav (1904). Die Apologieen Justins des Märtirers (en alemán). Tubingia. pp. XIII. «(…) Synoptische Evangelien aus denen er häuftig zitiert, wärend er das vierte Evangelium, trotzdem er es gelesen hat, als Quelle nicht verwertet. Neutestamentliche Briefe klingen gelegentlich an, erscheinen aber nicht Autorität. Die Apokalypse als ein Erzeugnis prophetischer Eingebung steht in hoher Achtung». 
  91. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 59. 
  92. Ruiz Bueno, Daniel (2003). Actas de los Mártires. BAC. p. 303. 
  93. Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. pp. 6. 
  94. Ruiz Bueno, Daniel (2003). Actas de los Mártires. BAC. p. 315. 
  95. Ruiz Bueno, Daniel (2003). Actas de los Mártires. BAC. p. 316. 
  96. a b Ver Enciclopedia Católica
  97. Ver Orthodox Church in America
  98. Ver Episcopal Net

Bibliografía

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  • Barnard, Leslie William (1967). Justin Martyr (en inglés). Cambridge University Press. 
  • Ruiz Bueno, Daniel (2002). Padres Apostólicos y Apologistas Griegos. Madrid: BAC. ISBN 84-7914-623-0. 
  • Ruiz Bueno, Daniel (2003). Actas de los Mártires. BAC. 
  • Quasten, Johannes (1978). Patrología I. Madrid: BAC. 
  • Altaner, Berthold (1956). Patrología. Espasa. 
  • Vives Soler, José (1988). Los Padres de la Iglesia. Herder. 
  • Philippe Bobichon: Edición crítica: JUSTIN MARTYR, Dialogue avec Tryphon, édition critique. Introduction, Texte grec, Traduction, Notes. Coll « Paradosis », éditions universitaires de Fribourg, Suisse, 2003, 2 volúmenes
  • Eusebio de Cesarea: Historia Eclesiástica (IV, 16-18). Ed. Biblioteca de autores cristianos. Madrid 1973. ISBN 84-220-0657-X
  • Marcel Simon; André Benoit: El judaísmo y el cristianismo antiguo, de Antíoco Epífanes a Constantino. Colección Nueva Clío, Editorial Labor, Barcelona, 1972
  • Fernando Rivas Rebaque: San Justino. intelectual cristiano en Roma. Colección Conocer el Siglo II, Editorial Ciudad Nueva, Madrid, 2016. ISBN 84-9715-358-4

Enlaces externos

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