Un millón de sucres, bien administrado, es suficiente para hacer llevadera la vida de un hombre. Denme un millón de sucres y suprimo los suspiros. No morirían las amadas. No cantaría el surtidor la monótona canción del agua. Vamos a ver: un millón, al uno por ciento mensual, da un interés de diez mil. Con diez mil sucres tengo para montar una casa regia, llena de... Habría mucho humo y los amigos beberían vinos centenarios. Puedo coleccionar todo lo que se ha escrito sobre la Revolución Francesa. Bueno, en París, a cinco francos el sucre son cincuenta mil francos. Con cincuenta mil francos... creo que más o menos puede tenerse para lo mismo.Pablo Palacio. Débora. Quito, 1927.